Dice que no con la cabeza
pero dice que sí con el corazón
dice que sí a lo que le gusta y dice que no al profesor
está de pie
le hacen preguntas
y le plantean todos los problemas
de pronto se echa a reír
y borra todo
cifras y palabras
fechas y nombres
frases y trampas
y a pesar de las amenazas del maestro
entre el tole tole de los niños prodigio
con tizas de todos los colores
en el negro pizarrón por desgracia
dibuja el rostro de la felicidad.
Queridos amigos del blog: soy Enrique Barés, ese poema no es de mi autoría, es de Jacques Prévert. Lo utilicé alguna vez en una conferencia citando al autor, por supuesto. Les agradezco su difusión porque es realmente muy bello. Les dejo un abrazo.
ResponderEliminarTambién he recordado en algunas de mis charlas el que escribiera don Baldomero Fernández Moreno, aquel que dice así...
De pronto, como un breve latigazo,
mi nombre, Friedt, estalló en el aula.
Yo me puse de pie, y un poco trémulo
avancé hacia la mesa, entre las bancas.
Era el examen último del curso
y al que tenía mas miedo: la gramática.
Hice girar resuelto el bolillero.
Las dieciséis bolillas del programa
resonaron en él lúgubremente
y un eco levantó en mi alma.
Extraje dos: adverbio y sustantivo.
Me dieron a elegir una de ambas
y elegí la segunda: "¿Y qué es el nombre?
dígame uno". Y me asestó las gafas.
Sentí luego un sudor por todo el cuerpo,
se me puso la boca seca, amarga,
y comprendí, con un terror creciente
que yo del nombre no sabía nada.
Revolvía allá adentro, pero en vano,
me quedé en absoluto sin palabras.
Y empecé a ver la quinta en qué vivíamos:
el camino de arena, cierta planta,
el hermano pequeño, mi perrito,
el té con leche, el dulce de naranja,
¡qué alegría jugar a aquellas horas!
Y sonreía mientras recordaba.
"¡Pero señor (rugió una voz terrible)
el nombre sustantivo, una pavada!"
Torné a la realidad: sobre la mesa
los dedos de un señor tamborileaban,
cabeceaba blandamente el otro,
el tercero bebía de una taza.
Hacía gran calor.
Yo tengo un cara redonda, simple, colorada,
los ojos grises y los labios gruesos,
el pelo rubio, la sonrisa clara.
Yo quería jugar, no dar examen
darlo otro día, si, por la mañana...
Se me nubló la vista de repente,
los profesores se me borroneaban,
adquirió el bolillero proporciones gigantescas, fantásticas,
oí como entre sueños: "Señor mío, puede sentarse..."
Y me llené de lágrimas.
El poema de El mal estudiante es de Jacques Prévert
ResponderEliminarTenía entendido que el poema es de Baldomero Fernandez Moreno.
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