jueves, 1 de noviembre de 2012

Sujetos sujetados: El concepto de poder y el análisis de las prácticas escolares desde Michel Foucault


Prof.  Marisa Gahn

El sujeto “sujetado a”, el Ser ligado a una estructura, a algo que lo aprisiona, lo contiene, lo posee, lo norma, lo dice y en fin, lo sujeta.
La historia así lo demuestra: los mecanismos de control de los cuerpos han perdurado a lo largo de los tiempos, independientemente del contexto social, gobierno, etc.. Tampoco son propios de la escuela, espacio que aquí abordaré,  pues se hacen presentes en cada una de las instituciones de la sociedad.
Partir de este supuesto implica desnaturalizar tales prácticas cotidianas, alejarse del objeto que se mira.
Refiriéndome a la escuela diré que el discurso pedagógico y las relaciones que en ello se establecen están centrados, de alguna manera, en el cuerpo, en su control, en su normalización.  El acatamiento de las normas e instructivos que se marcan desde el discurso escolar tiene como objetivo al “buen alumno” para luego tener un “buen ciudadano”.
En ese sentido cabe destacar que la escuela genera una etiqueta de lo que es “normal”, el “sujeto normal”, el que se adapta a sus parámetros, a lo que está establecido. Con estas reglas actuamos, calificamos, estigmatizamos. El discurso médico de principios de siglo XX que ha establecido la diferenciación básica entre un individuo normal y uno anormal, sigue fuertemente arraigado en los discursos y prácticas escolares a tal punto que determina y/o influye en el éxito, permanencia o fracaso del estudiante dentro del sistema. Asusta! Las escuelas aún elaboramos informes acerca de la trayectoria de un niño, joven o adulto por las aulas, sus capacidades, debilidades, hasta lo que puede llegar a ser y no ser se deja constancia en esos extensos relatos que, a decir de Foucault disciplinan el cuerpo y pretenden homogenizar las prácticas socialmente escolares y antes que nada, humanas.
Lo importante que abarca Foucault y que nos sirve para un análisis de las relaciones dentro de instituciones, como por ejemplo la escuela que por años se pensaron eran neutras, no coercitivas, es el concepto de poder. Entendido este como un dispositivo de producción de subjetividades, esto es, actuando sobre los cuerpos generando formas de conducta, pensamiento, movimiento, actitudes que van construyendo en el sujeto un “doble”, van conformando su subjetividad, lo van moldeando. No es una acción neutra sino que deviene de una intencionalidad de quien la posee y ejerce sobre el individuo. En este caso, la escuela se coloca como la máxima productora de subjetividades y fabricadora de “dobles” en los sujetos. Decimos, no es el mismo aquel hombre que ha pasado por la escuela que antes de haberlo hecho.
Es quizás chocante hablar de una escuela con prácticas y discursos homogeneizantes, disciplinantes, sin embargo entendido el poder no como lucha ni como represión sino como control de uno mismo y de los otros implica un análisis de las prácticas del saber y el lenguaje escolarizado. De esta forma, no hay sujeto sin poder, el sujeto está sujetado a una identidad producto de esas relaciones de poder que en Foucault no tienen el mismo origen que en Marx, sino que parten de la base, de la micropolítica hacia lo macro. Docente- alumno es lo primero que se nos ocurre en esta cuestión del análisis escolar desde: el establecimiento de normas, premios, castigos, discursos que nombran y norman.
Pensar el poder implica pensar que las subjetividades creadas por el dividen a los individuos, que efectivamente el hombre a través de estas prácticas (de cualquier práctica) se transforma en sujeto, que incluso el saber mismo se divide para alcanzar el status de ciencia.
¿Cómo puede decirse que es la escuela productora y reproductora de subjetividades, cómo puede decirse que la escuela norma y disciplina cuerpos dóciles? Vigila y castiga, enmudece, estereotipa. Puesto que el poder no es neutro ni represivo, se ejerce entre individuos libres, desde una relación binómica docente alumno; alumno-alumno; directivo- docente, entrelazado en la comunicación, en el lenguaje y su discurso, es decir que aquí dejamos de hablar de relaciones de consenso para afirmar que las relaciones de poder son relaciones de imposición (aunque sea de forma indirecta o inconsciente). Al poder se lo conduce  o se lo padece.
La escuela, como dispositivo de la Modernidad,  ha estado impregnada por tanto tiempo del paradigma del consenso, de la disciplina corporal que ello requiere, de la visión del orden, de la eficacia lo cual no solo se ha quedado en el discurso de la organización de la institución sino que también se ha“incrustado” en el discurso de los cuerpos. La escuela es un entretejido de prácticas y estrategias para controlar a los sujetos que a ella asisten. Y que asisten en carácter de imposición.

“Nada es más material, más físico, más corporal que el ejercicio del poder” (Foucault,1999:105)

Las listas de control de asistencias, las posturas tradicionales  en los actos escolares e incluso en los salones mismos, el discurso escolarizado que mucho rompe con el de la vida cotidiana, los reglamentos de convivencia con sus respectivos premios y castigos, las sanciones por cualquier omisión al mismo, la vestimenta son algunas de las prácticas disciplinadoras que se han naturalizado en la escuela. Resulta poco usual o “normal” no contar con ellos. De hecho, todas cuentan con estas prácticas en su interior.
La cuestión de la disciplina que aparece como otro de los conceptos centrales en Foucault y encaja muy bien con el modelo de escuela normalizadora: la disciplina normaliza los cuerpos, los crea, losforma. He observado, por ejemplo, a lo largo de mi biografía escolar que faltar a clases implicaba llevarse una A de inasistencia y que, reiteradas A quedaba excluida de la cátedra. Entonces, asisto a clases por una cuestión de evitar la sanción no de convencimiento que “debo hacerlo como sujeto responsable que me estoy formando para….”, no voy porque “me gusta hacerlo”, sino para evitar el castigo. Una y mil veces así, año tras año, materia tras materia. Ups! Qué problema! Sostener a alguien sin métodos de control, por pura conciencia del Estar y Ser. Eso se plantea como todo un desafío, más en instituciones que han nacido como instrumentos de control para las masas como es la escuela, la cárcel, los hospitales, entre otras.
Las características que postula Foucault del ejercicio de la disciplina parecen describir perfectamente los espacios escolares:
- La distribución del espacio, como lugares de encierro, que delimitan cada uno su propia actividad (salón de clases-salón de música-biblioteca- salón de tareas manuales, etc.)
- La arquitectura del espacio: sus formas de construcción, ventanas, distribuciones áulicas, etc. también es un lenguaje de la escuela.
- La arquitectura del Tiempo: parcelarizado, cada uno en su materia, con bloques de 40 minutos, separados por un timbre…
De hecho, la figura del panóptico fuertemente criticada pero aún conservada en la actualidad aunque se vista de otras formas (aunque el mono se vista de seda, mono queda) sigue siendo un método de control de los docentes y alumnos aunque cada uno esté dentro de las aulas. Bien dicen “el saber es poder”, el saber que efectúa control sobre los cuerpos, sobre sus conductas.
De esto se desprende otros conceptos centrales en Foucault que son el de “Normal- Anormal” también potentemente arraigados en la escuela moderna a pesar de todos los intentos de romper con estos estereotipos. Hay algo importante aquí que tiene que ver con el análisis y discurso médico que en cierta forma consta de un poder normalizador impresionante: el médico y su diagnóstico determinan a los sujetos aptos, normales para cursar una u otra escuela, sus capacidades y discapacidades, sus posibilidades, sus aptitudes. De aquí se derivan las clásicas etiquetas de “problemas de aprendizaje”, “problemas de conducta”, “problemas psicológicos” “retrasos mentales” que impiden el aprendizaje con un grupo “normal” de sujetos que se encuadran en la norma.
Así el discurso médico sistemático determina quién queda fuera de la norma, quien queda incluido en ella, qué hacer con esos que quedan fuera, cómo darles tratamiento, cómo “curarlos” y seguir con los demás de forma natural. Hace falta para tal “anormal” algún tratamiento que lo encauce en el modelo, que lo discipline. La anormalidad implica un desajuste a las normas que, de esta forma son reglas de conducta y regularidad funcional tanto para el sujeto como para la sociedad.
La norma se instala sobre el cuerpo pero actúa inconscientemente sobre la mente, deseos y voluntades del sujeto. Ejemplo de ello tenemos la influencia de la iglesia sobre la regulación de las prácticas sexuales que, aunque en la oscuridad, el sujeto se siente o dentro de la norma moral o transgrediendo la misma con la carga emocional que ello implica.
En la escuela sucede lo mismo: el normal tiene instalada la norma en su conciencia, omitirla, transgredirla implica desprecio de la misma, algo intolerable por el mundo normal. La norma somete, esclaviza, crea sujetos dóciles.
Ahora bien, frente a este problema de la producción de cuerpos, de normalización, Foucault propone una estética de la existencia, esto es, una praxis de vida sin normativas inmersa en las relaciones de poder, jugando con esas relaciones pero haciendo de la propia vida un objeto de gobierno. Gobernar la propia vida, no estandarizarse ni someterse a preceptos, que si bien son parte del sistema de la vida donde se interjuega cotidianamente, el sujeto puede construir una moral  antinormativa, una subjetividad construida por el estilo propio de cada uno.
Y, entonces, ¿qué lugar ocupa la escuela como institución productora de subjetividades frente al planteamiento de una moral estética?
Justamente, abrir espacios, potenciar al sujeto para la construcción y recreación de su subjetividad, su autogobierno. A decir, el sujeto es normalizado y gobernado o el sujeto se gobierna y se estiliza. El gran dilema, el gran desafío de la escuela como ámbito de potencialidades.
Este principio de estética tiene que ver con el cuidado de uno mismo, no es una concepción a la ventura sino más bien es ensalzar el cuerpo y el hombre como en algún momento lo habría planteado Nietzsche. Foucault no parte de algún tipo de esencia o ideología predeterminada, sino más bien de una “normativa” antidisciplinaria que libere al sujeto y que no continúe produciendo las subjetividades ligadas a esas relaciones de poder en las que se desenvuelve. El sujeto que se autoconstituye, se autogobierna.
Así como la realidad es mutable, cambiante, el sujeto se construye con la historia, es un sujeto histórico, no debe objetivarse, cerrarse a las construcciones de un momento dado sino ir recreando en función de su propia moral. Salirse de la moral de rebaño, del poder estatal y sobre todo eclesiástico que, de alguna forma, vienen a ser los más poderosos. A decir, crear su propio estilo de vida. La inesencialidad es la esencia en la filosofía foucaltiana.
De esta forma, el hombre es un hombre post-histórico, trasciende los límites del espacio-tiempo y se constituye en su propio creador. No hay mejor forma que resistirse a la moral universal, al discurso normalizador moderno, desplegando estrategias del Yo que se pongan en juego en el campo para romper con esas estructuras que estigmatizan.
La institución escuela tiene la posibilidad de rever su forma de organización, producción de saberes, control de los sujetos y producción de subjetividades brindando espacios donde se discutan las normas, las acciones, las elecciones y estas se transformen en una elección personal más que una imposición de grupo.
Vivir es un arte desde este filósofo puesto que implica la conducción de uno mismo, la autorreflexión y el cuidado de sí. Aquí el hombre se inventa a sí mismo, lo cual implica estrategias para que las elecciones sean elecciones del ethos personal y no impuestas. Esta es una ética que resiste a la normativa con el fin de hacer al sujeto mucho más libre, más metacognitivo, basada en la concepción del sujeto cambiante, mutable.
Vivir es un arte, y en este sentido procuremos formar sujetos no sujetados sino más bien que utilicen esas estrategias que los ayuden a construirse como “salidos de la norma”, a desencajar en el sistema pero a cuidarse a sí mismos, reflexionando sobre sus propias elecciones de vida. La escuela debe y puede transformarse!
A modo de cierre, el aporte foucaltiano para el análisis del sujeto y las relaciones de poder es extraordinario. Rompe con lo establecido  hasta el momento y se atreve a criticar hasta los más mínimos detalles de esas relaciones de poder sostenidas socialmente. En cuanto a la escuela, es importante reverla y repensarla como dispositivos de la modernidad para controlar a los sujetos y producir subjetividades. Quizás sea el primer paso para la construcción de una nueva moral estética, de un arte de vivir.


¿Puede extrañar que la prisión se asemeje a las fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a los hospitales, todos los cuales se asemejan a las prisiones?
M. Foucault





sábado, 25 de agosto de 2012

Congreso de Educación "Educar en Contextos Diversos"

Los invitamos a participar del Primer Congreso de Educación en Villa Ocampo "Educar en Contextos Diversos" el 26 de octubre de 2012, en las instalaciones del ISPI 9094.

 PROGRAMA :


La Formación docente y la  educación en contextos diversos
Prof. Carlos Canteros
08.45 hs.

Educar en la Interculturalidad
Prof. Ector Catorí y Alejandra Cian
10.00 hs.

Educar a Jóvenes y Adultos
Lic. Isabel del  Castillo
11.15 hs.

Educar en contextos de ruralidad
Prof. Alejandra Morzán
12.15 hs.

Presentación de experiencias
 14: 00 a 15:00

Educar en contextos de privación de la libertad
Prof. Martha Bardaro
15:00

Educar atendiendo NEE
Lic. Alicia Ligabue
16.15  hs

Ética y diversidad en la práctica docente: El desafío de educar en contextos diversos.
Dra. María de los Angeles Gonzalez
17.30 hs.

Cierre: Entrega de certificados y Show
 18:30 hs.

ARANCELES:
$80 alumnos (Hasta en dos pagos)
$120 docentes (Hasta en dos pagos)

Podes inscribirte en la Secretaría del ISPI 9094...


NO PODES QUEDARTE AFUERA!!!




miércoles, 15 de agosto de 2012

“Es imposible educar sin dejarnos interpelar por el rostro del otro”


“Con mucha frecuencia sentimos como docentes y en nuestra vida cotidiana una tensión que solemos expresarla con frases como ‘quiero hacer tantas cosas para trabajar por un mundo mejor pero no puedo hacer nada’ y extremando algunos han formulado la tensión refiriéndose particularmente a la escuela y la educación como un lugar entre la omnipotencia de creer que podemos cambiarlo todo y la impotencia de esa frase que tanto escuchamos y que dice ‘a esto no lo cambia nadie’, que es como la resignación. Pero creo que en estos casos no vemos las miradas y no escuchamos las voces para formar una docencia que plantea alternativas posibles”, expresó Cullen, invitando a la reflexión a un auditorio repleto de docentes y jóvenes que cursan alguna de las 12 carrera de formación docente en una de las instituciones con mayor trayectoria dentro de la educación en norte de Santa Fe y con una de las matrículas más importantes del país.
“Ya hace unos 26 siglos atrás Aristóteles encontró una tensión entre la acción y la contemplación (saber), y hemos escuchado muchas veces a esta tensión nombrada con sus términos en griego, que son teoría y praxis. Ahí viene el problema de ver cómo relacionar la teoría con la práctica y ese es el campo de disciplinas como la ética y la política, que tratan de reflexionar sobre acciones y no sobre meros movimientos naturales”, continuó.
“Creo que se abre la posibilidad de un mundo mejor, más justo, en la medida de que seamos capaces de incorporar estas tensiones que nos constituyen a nuestra condición de educadores y educandos o, simplemente, de ciudadanos y seamos capaces de sabernos agentes y no pasarnos la vida diciendo me pasan cosas. Esto quiere decir que debemos sabernos subjetividades ético-políticas porque sólo las acciones humanas las podemos calificar de buenas o malas moralmente o justas e injustas políticamente. Como seres humanos actuamos no nos movemos y la acción tiene dos características que la diferencian del movimiento natural: una es que sabemos lo que hacemos y otra es que podemos hacerla de una manera u otra manera o no hacerla, y la educación es acción”, afirmó Cullen.
“Debemos sabernos subjetividades ético-polítcas pero al mismo tiempo agentes históricos que quiere decir que somos subjetividades memoriosas y utópicas al mismo tiempo. Sólo como agentes ético-políticos-históricos seremos capaces de desnaturalizar sentidos dados del mundo de la vida presentados como los únicos posibles y abrir alternativas de otros sentidos posibles”, agregó.
“Por eso pienso que esta es una manera de definir la educación, un ámbito donde se abren otros sentidos posibles porque entendemos que lo que pasa puede deliberarse y ver si es bueno o malo pero al mismo tiempo ser capaces de conocer, como decía Michel Foucault, el orden del discurso que tienen las prácticas que es una microfísica del poder que segmenta, discrimina, ubica, y al desnaturalizar ese discurso quiere decir que lo podemos criticar y cuestionar, es decir, convencernos de que tal y como están las cosas no es algo que meramente nos pasa y es un orden del discurso inamovible que se nos impone sin alternativas sino que hay voces y miradas para otras cosas y la educación tiene como tarea fundamental la de hacerse cargo de estas posibilidades. No es cierto que podamos hacerlo todo pero tampoco es cierto que no podamos hacer nada”, sostuvo.
“Podríamos decir que la educación se trata de aprender a vivir y podemos citar a Jacques Derrida quien supo decir: ‘Aprender a vivir. Extraña máxima. ¿Quién aprendería? ¿De quién? Aprender [y enseñar] a vivir, pero ¿a quién? ¿Llegará a saberse? ¿Se sabrá jamás vivir, y, en primer lugar, se sabrá lo que quiere decir «aprender a vivir»?’. Creo que lo que está queriendo decir es no congelemos un sentido único”, recordó.
“Aquí es donde aparece nuestro gran desafío como docentes que es aumentar nuestra potencia de actuar, que quiere decir que transformamos de alguna manera lo que meramente pasa en algo deliberable y elegible, y más profundamente creo que es resistir con inteligencia a los embates del pensamiento único, que muchas veces se oculta y disimula en el orden del discurso y en las prácticas sociales. Son posibles miradas y voces para una educación mejor porque son posibles alternativas de aprender a vivir pero esto está condicionado a que aumentemos como individuos y como colectivo nuestra potencia de actuar porque como dice Paul Ricoeur ‘si en algo podemos estar seguro de que progresamos los hombres es que cada vez tenemos menos excusas’, es decir, cuanto más sabemos, cuanto más posibilidades tecnológicas tenemos, más responsables somos”, dijo Cullen.
“Cuando más sé menos excusas tengo y además no tenemos por qué creer que las cosas pasan porque pasan o que los órdenes del discurso hegemónico dominan porque dominan, es decir, podemos deliberar y podemos criticar porque en definitiva somos, desde un pasado inmemorial, responsables o como lo expresó Emmanuel Levinas ‘somos desde siempre guardianes de nuestros hermanos’, es decir, capaces de responder a la interpelación ética del otro que como exterioridad trasciende a lo que nos pasa y pone en nosotros las respuestas, la acogida, la hospitalidad y desde ahí nuestra potencia de acción”.
“Estoy convencido que es imposible un acto educativo si no partimos de dejarnos interpelar éticamente por el rostro del otro en cuanto otro, quiero decir si no somos capaces de resistir a la tentación de reducir la alteridad a la mismidad, es decir, a la imagen que yo me hago del otro, el otro es siempre otro. Esta iniciativa rompe la peor de las ilusiones que es creernos una totalidad invulnerable (a mí nadie me toca, a mí nadie me interpela) esta es la lógica propia de aquel que la única forma de relacionarse es transformar la alteridad en mismidad, es decir, la violencia y el dominio. Miremos el rostro y escuchemos la voz de lo que nos constituye como sujetos responsables que es el otro que me dice heme aquí soy otro, no me olvides y acógeme con hospitalidad en términos ético-políticos esto se llama sé justo. La justicia comienza por no pretender reducir la alteridad a la mismidad porque eso es violencia. Si queremos educar empecemos por ser hospitalarios porque además es una interpelación ética y punto de partida de un mundo más justo. Insisto en sorprenderme públicamente como filósofo que necesitamos 26 siglos para decir esto”, concluyó.

Conferencia pronunciada por el Filósofo Carlos Cullen el 25/04/12 en el ISP Nº 4 de Reconquista, titulada “La formación docente: miradas y voces para un mundo mejor” y extraída de la página de internet del Diario Uno de Reconquista: http://www.unoreconquista.com/reconquista/Es-imposible-educar-sin-dejarnos-interpelar-por-el-rostro-del-otro-20120428-0001.html

El mal Estudiante

Quizás este poema de Enrique Barés "El mal estudiante" sea una forma positiva de comenzar a transitar este Blog....


Dice que no con la cabeza
pero dice que sí con el corazón
dice que sí a lo que le gusta y dice que no al profesor
está de pie
le hacen preguntas
y le plantean todos los problemas
de pronto se echa a reír
y borra todo
cifras y palabras
fechas y nombres
frases y trampas
y a pesar de las amenazas del maestro
entre el tole tole de los niños prodigio
con tizas de todos los colores
en el negro pizarrón por desgracia
dibuja el rostro de la felicidad.